Uno de los aspectos
evolutivos que menos se ha desarrollado en las ciencias sociales es el de la evolución
cognitiva. Parece obligado intentar profundizar en tan complejo e interesante
tema. Lo primero que hay que dejar claro es que la evolución biológica y la cognitiva,
aunque dependiente la segunda de la primera, no fueron paralelas, ni tuvieron
los mismos parámetros de cambio y desarrollo. En este contexto, es importante
valorar la acción de la Arqueología ,
pues el registro arqueológico, aunque imperfecto, es el único testimonio de lo que
pasó, cuándo y dónde. Conocemos algunos ejemplos que indican la
existencia de tal diferenciación evolutiva, así como que la estrecha relación
especie/cultura no existe, pues todo es un desarrollo heterogéneo en la
geografía poblada en un tiempo amplio.
- Con el inicio
evolutivo del Homo ergaster no se cambia de cultura sino que continúa con
las tecnologías propias de su antecesor evolutivo el Homo habilis (Olduvaiense o Modo 1), aunque pronto cambia a las
formas tecnológicas conocidas como el Achelense o Modo 2. Sin embargo, ya desde
su inicio se conoce cierta discontinuidad cultural, que se alarga más o menos
en el tiempo y en diferentes lugares geográficos. Mientras en África, el
Achelense o Modo 2 se establece en un momento muy temprano, prácticamente con
el inicio de la andadura del Homo ergaster, en Europa aparece mucho más
tarde, siendo datado sobre el 600.000 B.P. y asociado al Homo erectus evolucionado
o al Homo heidelbergensis. En este último continente, las primeras
culturas son también las del Olduvaiense, como así se ha conocido recientemente
en Atapuerca (la Gran
Dolina ), donde el Modo 1 estaba asociado al Homo
antecessor con una antigüedad que puede superar los 800.000 años, lo mismo
pasa con el Homo georgicus del Cáucaso y su antigua datación de 1,8 m . a. Solo al final de
este periodo la homogeneidad del Achelense es clara, perdurando hasta los
primeros indicios de la siguiente manifestación tecnológica, el Musteriense ya
en el Paleolítico medio. Igualmente, no es raro ver yacimientos con estas dos
tecnologías en distintos espacios geográficos pero con cronologías
aparentemente similares, lo que parece indicar cierta independencia del
desarrollo cultural entre poblaciones más o menos coetáneas, o en la existencia
de un aislamiento poblacional que pudieron tener los pequeños grupos humanos
que vivieron en tan lejanos tiempos.
- Otro ejemplo se
aprecia en el inicio del Homo sapiens. Conocemos que la base biológica
de nuestra especie se estableció hace unos 200.000 años, mientras que las
primeras muestras arqueológicas de un comportamiento sabio (simbólico, complejo y con mayor poder
adaptativo) no aparecen hasta fechas que se sitúan sobre el 60.000 BP (p.e.
África en Bomblos), lo que ha sido denominado por Colin Renfrew como la sapient
paradox (Renfrew, 2008).
Estos ejemplos nos
indican que la evolución cognitiva-cultural (tecnología, logística, simbolismo,
lenguaje, arte, etc.) se ven como trayectorias de un desarrollo heterogéneo en
el tiempo y en el espacio, en lugar de una innata capacidad biológica de
manifestación necesaria y homogénea en cada especie humana. Por tanto pueden
clasificarse como manifestaciones de
una emergencia conductual y cognitiva (Renfrew, 2008).
Si el cerebro ya
había evolucionado con un importante aumento de su volumen, un notable
incremento de la superficie de las áreas corticales (sobre todo las
asociativas), y con diferentes densidades neuronales que facilitaban una mejor
y más densa interconectividad neuronal. ¿Por qué el desarrollo cultural se
produce con posterioridad? Pocas respuestas se han ofrecido desde la Arqueología , siendo la
más tradicional la que lo justifica por medio de mutaciones favorables,
posteriores a los cambios evolutivos ya mencionados, y que favoreciese el
desarrollo cultural (Klein 2003). Estas mutaciones, que no se pueden comprobar
y no se ajustan bien a los actuales datos de la Psicología y
Neurología, poco nos pueden aclarar sobre lo que en realidad pudo pasar.
Actualmente está
plenamente aceptado que la evolución biológica precedió a la
cognitiva, que no fueron paralelas, que se produjo de una forma heterogénea
en el tiempo y en el espacio, y que prácticamente desconocemos casi
todo lo referente a la evolución cognitiva en que se
produjo a lo largo del género Homo. Dentro del más elemental estudio
interdisciplinario, las explicaciones de lo que pasó tendrán que adaptarse a estas
conclusiones arqueológicas. Todos somos seres humanos creados por
los mecanismos evolutivos, pero, y a pesar de nuestra gran semejanza genética,
todos somos personas muy diferentes unas de otras en su
pensamiento y conducta. La individualidad personal, lo que nos
hace ser y actuar de forma diferente a los demás, no es un producto
exclusivamente biológico y evolutivo, pues entraña muchísimas connotaciones
culturales, sociales, lingüísticas, tecnológicas, etc., que nos van influyendo
y transformando desde el mismo momento de nuestro nacimiento, incluso antes, y
a lo largo de toda nuestra vida. Sin embargo, todas las formas de influencia
medioambiental anteriormente señaladas no se han creado de la nada, sino que
han tenido que crearse paulatinamente, y transmitirse con los medios de cada
época entre los seres humanos que las crearon, es decir, crear un nichocognitivo-cultural que haga posible tal desarrollo cognitivo en las
nuevas generaciones. Es lo que se llama la evolución cultural,
cuya producción depende de la potencialidad y desarrollo de las
capacidades cognitivas que la evolución ha otorgado a los seres humanos, es
decir, sería la consecuencia de la evolución cognitiva.
Cómo
entender y estudiar la evolución cognitiva
La falta de datos y una
adecuada comprensión del problema han sido los principales enemigos del estudio
de la evolución cognitiva del género Homo.
Tanto es así, que incluso en muchos medios académicos simplemente se asimilaba
a los logros de la evolución biológica, como si fuera una consecuencia directa,
lógica e incuestionable. La falta de datos puede ser cierta, pero menos de lo
que se puede pensar. Existen otras ciencias que estudian el problema desde
perspectivas diferentes, pero no ajenas a él. La interdisciplina puede ser
un método adecuado para el estudio de estos problemas, pues aumenta la cantidad
de datos a valorar, y los problemas son analizados de una forma mucho más
global, teniendo sus resultados una mejor base metodológica y fundamentada.
Un primer paso sería
llegar a un consenso sobre la realidad de nuestro cerebro, no como controlador
y regulador de nuestro cuerpo (sobre lo que creo que no existen dudas), sino en
su relación con el medio ambiente en el que le haya tocado vivir. En este
contexto, la primera complicación que se nos presenta es la existencia de
teorías opuestas sobre la forma en que la evolución ha desarrollado el cerebro
humano en su relación con el mundo exterior (Evolución neurológica: un enfoqueinterdisciplinario; Relaciones entre evolución y psicología humana).
La conclusión sería
considerar al cerebro del ser humano como un sistema neurológico capaz de recibir,
procesar, almacenar y recuperar la información que le llega a través de sus
sentidos (González Labra, 1998). Conceptualmente se basa en que todo
proceso mental o cognoscitivo tiene como origen la información que previamente
el cerebro ha tenido que recibir y procesar (Leahey, 1980). Sin embargo, esta
capacidad de procesamiento de la información no es totalmente libre e
independiente, pues estaría limitada por las características psicobiológicas de
cada persona. Éstas, en función de su propia herencia neurológica, no
son iguales y juegan un papel importante en el desarrollo de la conducta. Desde
el mismo momento del nacimiento se va a producir una organización psicológica, que
depende de varios factores fundamentales en la futura conducta del neonato.
En la corteza
cerebral es donde se ubicarán las funciones cognitivas correspondientes.
Estaría formada por áreas de asociación que recogen los estímulos sensoriales
externos ya procesados con la información de otras áreas corticales
(secundarias y terciarias), con el objeto de elaborar posibles respuestas más
complejas y adaptativas, mientras que otras (áreas primarias solo reciben
información del exterior) (Neurociencia). Esta elemental estructuración del
cerebro fue analizada el neurofisiólogo ruso Alexandre R. Luria a mediados del
siglo pasado, y desde entonces ha sido una de las bases de los estudios
neurológicos (Kandel et al. 1997; Luria, 1974, 1979). Estas estructuras
ya preformados estructuralmente al nacer son innatas, formando un
protomapa de la funcionalidad cognitiva con un carácter poco
definido, necesitando para su definitiva estructuración, extensión y ubicación
de los estímulos sensoriales externos (Damasio, 1999; Changeux, 1985; Flórez et al. 1999; Mora, 2001;
Rakic, 1988, 1995).
Los cerebros de todos
los humanos del género Homo, en mayor o menor cuantía dependiendo de su
posición en la escala evolutiva, han participado de estas características. En
general, podemos destacar dos grandes procesos que intervienen en la evolución
cognitiva: la propia evolución biológica, y el desarrollo cultural que pudieron
realizar las comunidades humanas. De la primera ya hablé en otras entradas (Evolucióncerebral humana. Mecanismos biológicos), del desarrollo medioambiental lo
analizaré a continuación.
La información que
nuestro cerebro puede recoger y almacenar del medio ambiente es enorme, no solo
por su cantidad sino por las características particulares que tal información
puede tener del tiempo y del espacio de la trayectoria vital de cada ser
humano. Esta característica de almacenamiento de experiencia vivida es común a
todos los seres vivos que tengan un cerebro o formas biológicas de
almacenamiento de la información. Su uso presenta dos cuestiones: ¿Cómo se
almacena y cómo se puede extraer cuando es necesario?
El almacenaje
parece que, aunque de una forma muy genérica, se realizar en las áreas
primarias del córtex formando redes neuronales muy complejas que contienen tal
información. De la recuperación conocemos que en el mundo animal se pueden
recuperar las experiencias vividas cuando se vuelven a repetir las sensaciones
que dieron lugar a las informaciones almacenadas, las cuales nos hace fijar la atención
en ellas generando un recuerdo. El recuerdo tiene lugar cuando se producen de
nuevo situaciones que son similares a las que produjeron tales recuerdos, con ello
los resultados también se recuerdan y la conducta tiene nuevas opciones de
producción, al valorar la efectividad o no de la respuesta realizada en la
primera experiencia.
En el caso de los
seres humanos tal proceso ocurre igual. Aunque hay que añadir un dato muy
importante, se puede acceder a la información almacenada sin necesidad de que
existan de nuevo las causas que lo motivaron. Es decir, recordamos lo que
queremos y esto nos aporta formas de conducta totalmente nuevas, en las que
podemos utilizar toda la información adquirida por todos los medios (propia y
ajena; experimentada, leída y observada; real o supuesta), mezclarla (reflexividad)
y elegir la que mejor nos parezca (flexibilidad).
La gran pregunta
sería cómo podemos hacer tal cosa. El desarrollo de este complejo proceso,
junto con otros muy relacionados (autoconciencia, flexibilidad y reflexividad
cognitiva) sería lo que estamos intentando comprender, la evolución
cognitiva. ¿Cómo el cerebro de los homínidos pudo lograr realizar tales
procesos cognitivos? Naturalmente, esta disponibilidad de la información
adquirida sería el resultado final de una serie de avances cognitivos de
diversa índole (realizados con diferente capacidad a lo largo de la evolución
de nuestro linaje), que al actuar conjuntamente son capaces de lograr tal
progreso conductual. Su poder adaptativo es enorme y explica la gran
supervivencia y expansión de los homínidos de nuestro linaje. ¿Qué factores
generales debieron de intervenir en este proceso de evolución cognitiva? Tenemos
varios.
- Sin duda la
propia evolución neurológica con el gran desarrollo de las áreas
asociativas del córtex cerebral, así como del aumento de la capacidad de
interconexión neural.
- Un importante y
cada vez mayor tiempo de exposición de estas áreas cerebrales a la información
externa. Se trata de la inmadurez neurológica que presentan todos
los recién nacidos, como causa del aumento del cerebro y la imposibilidad de
progresar en el canal del parto si este cerebro fuera muy voluminoso.
- Unas
características de maduración neurológica básicamente desarrolladas en el
embarazo (protomapa), que confieren una estructura básica
adecuada para procesar la información externa.
- Un sistema que
permita trasmitir, almacenar, conservar y utilizar con facilidad la información
adquirida. Es el lenguaje, bajo cualquiera de sus formas (sonoro,
gesticular, escrito, simbólico, etc.).
- La creación de
una información específica a cada ser humano (autobiografía). Se produciría
mediante el desarrollo de un lenguaje que fuera poco a poco introduciendo datos
sobre las características de la interacción social, el desarrollo de las
conductas individuales o propias de cada persona (nombre, trabajo, familia,
costumbres, etc.). Todo ello dentro de unos parámetros temporales y espaciales
conocidos y aceptados por la sociedad.
Las tres primeras condiciones son de carácter innato, mientras que la
última tiene un clarísimo componente adquirido. El lenguaje es el
medio que nos permite realizar una definitiva estructuración de nuestro
pensamiento (lenguaje humano; pensamiento, lenguaje y conducta; laautoconciencia como capacidad cognitiva emergente), pues con su adquisición lo
que hacemos es estructurar el cerebro para que funcione con las características
propias del lenguaje. Pensamos como si nos habláramos a nosotros mismos (lenguajeinterno); almacenamos los conceptos que aprendemos por el lenguaje de
forma que puedan ser mucho más fácilmente recordados por los mecanismos
lingüísticos (el lenguaje une gramaticalmente todos las posibles
combinaciones que conozcamos); compone los elementos de nuestra conciencia
autobiográfica (creada desde que nacemos y permanentemente presente en
nuestro pensamiento).
Significado
del lenguaje en la conducta humana
El lenguaje siempre
ha sido una constante fuente de estudio, discusión y enfrentamiento entre los
autores que han elaborado las diversas teorías que conocemos en la actualidad.
Todos somos conscientes de la trascendental importancia que ha tenido en todos los
aspectos de la conducta humana, pero sobre su origen, forma de evolución y
funciones psicobiológicas las discrepancias y las ausencias
son notorias. La producción de tan importante facultad, dentro de las
comunidades del género Homo, representa un proceso del que desconocemos
muchas de sus claves, y de las pocas que conocemos no todas se utilizan para su
compresión. El lenguaje siempre se ha estudiado teniendo como base dos de sus
aspectos más aparentes. Primero, en los sonido que conforman las
diferentes lenguas y en las consecuencias que aportan (comunicación,
aprendizaje, almacenamiento de información, y todo lo que se pueda adquirir por
medio del lenguaje externo). Segundo, representa una capacidad cognitiva exclusiva
del Homo sapiens (al menos en la actualidad) y que todos los
humanos la poseen, por lo que debe de tener un fundamento genético importante.
Pero muchas veces se ha olvidado su papel en la organización cognitiva
del pensamiento humano, tanto que muchos ni siquiera se han planteado
tal posibilidad.
La lingüística cada
vez es una ciencia con mayor amplitud teórica, lo que obliga a subdividir sus
contenidos en función de los métodos o aspectos que del lenguaje se quieren
estudiar. La Neurolingüística
y Psicolingüística son dos claros ejemplos de tal
parcelación teórica. Esto lo podemos ver bien en las diversas definiciones que
sobre el lenguaje conocemos. En general, reflejan los fundamentos teóricos
sobre los que se estructura, pero no son los únicos. La definición que recoja
más y mejor todos los aspectos que el lenguaje pueda representar
debería ser el modelo a seguir. Si vemos las diferentes definiciones que
encontramos en diccionarios o trabajos generales sobre el lenguaje, observamos
una importante variedad de definiciones, dependiendo de las ciencias que se
usen en su estructuración.
- Capacidad propia del ser humano para expresar pensamientos y sentimientos por medio de la palabra.
- Sistema de signos que utiliza una comunidad para comunicarse oralmente o por escrito.
- Sistema de comunicación estructurado para el que existe un contexto de uso y ciertos principios combinatorios formales. Existen contextos tanto naturales como artificiales.
- Un recurso que hace posible la comunicación. En el caso de los seres humanos, esta herramienta se encuentra extremadamente desarrollada y es mucho más avanzada que en otras especies animales, ya que se trata de un proceso de raíces fisiológicas y psíquicas. El lenguaje brinda la posibilidad de seleccionar, citar, coordinar y combinar conceptos de diversa complejidad.
- Conjunto de sonidos articulados con que las personas manifiestan lo que piensan o sienten.
- El lenguaje es una forma de conducta que posibilita en los organismos la capacidad para relacionar y relacionarse con los fenómenos del mundo físico de un modo cualitativamente distinto. Es un sistema de expresión, representación y comunicación que se basan en un sistema de signos y reglas formalmente bien definido y cuya utilización por un organismo implica una modalidad particular de comportamiento (Belinchón et al. 1992).
- El lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, idea o sentimiento, por medio de un sistema de representación simbólico (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información y/o la posibilidad de realizar tareas en común). (Rivera, 2009).
- El lenguaje sería la capacidad de unir un signo (auditivo, visual, táctil o gestual) con un componente semántico, con un concepto; es decir, la capacidad para genera símbolos (Arsuaga y Martín-Loeches, 2013).
Todas se basan en la gran funcionalidad que tienen sobre la comunicación, pocas sobre la abstracción y simbolización que conlleva su producción, y ninguna sobre la capacidad de organizar y gestionar el pensamiento consciente de los seres humanos. Hay que profundizar un poco en el origen y funciones del lenguaje, pues la funcionalidad va implícita en su propio origen.
Todas se basan en la gran funcionalidad que tienen sobre la comunicación, pocas sobre la abstracción y simbolización que conlleva su producción, y ninguna sobre la capacidad de organizar y gestionar el pensamiento consciente de los seres humanos. Hay que profundizar un poco en el origen y funciones del lenguaje, pues la funcionalidad va implícita en su propio origen.
Funciones del lenguaje humano
Las funciones que el lenguaje tiene entre los seres humanos son varias y fundamentales para el desarrollo de nuestro pensamiento y conducta.
* Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de representación formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno dela Lingüística. Sin embargo, las estructuras
anatómicas y fisiológicas que participan en la producción y comprensión de
estos signos, serán estudiadas por las disciplinas biológicas que analizan la
anatomía y fisiología humana.
* Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de representación formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno de
* Función
social (comunicación externa).
Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los componentes
de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar las conductas
personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta simultánea o
posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes, posibles
respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e intencionalidad
en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en juego el
concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de la Sociología y Psicología
y estaría muy relacionada con la función comunicativa.
* Función
cognitiva (comunicación
interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento,
facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos,
como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje
intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el
desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia
reflexiva, el aprendizaje, etc. El tipo de lenguaje que puede utilizar el
pensamiento, es el mismo que usamos normalmente con las mismas directrices
léxico / gramaticales, aunque con pequeñas variaciones que lo caracterizan como
un lenguaje interno. Es como si habláramos con nosotros mismos,
consiguiendo adquirir nuevas funciones psicológicas que antes eran externas.
Efectivamente, el lenguaje interno es responsable de las funciones mentales
superiores, pues transforma la percepción del sujeto, transforma
su memoria, y permite la planificación y regulación de la acción,
haciendo posible la actividad voluntaria. Nuestro pensamiento
está ahora plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar, relacionar y
expresar todo tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor rapidez y claridad.
Aparece como una nueva función cognitiva, que facilita el control y regulación
de los propios procesos cognitivos, con lo que nuestras acciones, consecutivas
a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y estructuradas (Belinchón et
al. 1992; Luria, 1979, Mercier, 2001; Vygotsky, 1920). Igualmente, la
transmisión de pensamientos abstractos es muy fácil, al usar el simbolismo que
el lenguaje nos permite. De las tres
funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede ser
la que más ha colaborado en el desarrollo de nuestra cultura simbólica.
Evolución
del lenguaje, conducta y cognición en el género Homo
Mucho se ha hablado
sobre si las primitivas poblaciones humanas tenían o no un lenguaje, pero poco
se ha profundizado en las características de tal lenguaje, si es que lo
tuvieron. Se habla del lenguaje de una forma muy genérica, sin matizar la gran
complejidad que conlleva, ni analizar las características de su formación. Las
definiciones que vimos anteriormente nos indican que en un proceso cognitivo
compuesto por la utilización conjunta de diversas capacidades cognitivas (memoria,
abstracción, simbolización, coordinación motora del aparato fonador o manual,
etc.) que la evolución ha ido desarrollando, pero que no fueron iguales en
todos los homínidos. Por lo tanto, no se puede hablar de los genes del
lenguaje, sino de los genes que propician estas capacidades
cognitivas (utilizadas en diversos proceso cognitivos relacionadas o no
con el lenguaje). Naturalmente, si falla uno o varios (mutaciones negativas en
alguna de las capacidades cognitivas mencionadas) el lenguaje se alterará.
La complejidad del
lenguaje no estaría solo en la cantidad de sonidos que se utilizan ni en la
articulación de ellos, sino en los significados que entrañan tales sonidos. Es
decir, en las abstracciones que han podido simbolizar las
poblaciones que utilizan ese lenguaje. El principal problema que tenemos en el
estudio del desarrollo del lenguaje en nuestro linaje es que las palabras no
dejan huellas arqueológicas. Sin embargo, si analizamos las últimas
definiciones del lenguaje (Rivera, 2009; Arsuaga y Martín-Loeches, 2013) vemos
que el
lenguaje se desenvuelve en la acción o conducta de las poblaciones
humanas. Nace dentro de las poblaciones humanas como consecuencia del intento
de comunicar las acciones, siendo por tanto la simbolización de tales acciones.
La acción es la base de la propia estructura inicial de lenguaje
y de la universalidad de su sintaxis, pues es igual en todos los lugares.
Por tanto, el
lenguaje parece estar organizado alrededor de las circunstancias que
rodean a la acción (verbo) (Bickerton, 1994; Bruner, 1988; Fillmore,
1968; Marina, 1998) lo que puede referirse con la siguiente expresión básica:
Sujeto
(quién hace la acción) – Verbo
(acción) - Circunstancias de la acción.
En este contexto,
la conducta sí deja huellas arqueológicas que pueden estudiarse, y seguirse a
través del tiempo. Las abstracciones que configuran nuestro pensamiento y
lenguaje no han existido siempre, sino que ha sido preciso crearlas,
mantenerlas y trasmitirlas a las generaciones siguientes, por medio del lenguaje
de cada sociedad haya podido desarrollar. Y no todas de estas abstracciones
dejan huellas de su existencia, pero algunas (posiblemente las más
trascendentes) si lo hacen. Las abstracciones básicas y más elementales que
podemos intuir en los primeros lenguajes (comer, piedra, cazar, hambre,
peligro, miedo, etc.) son relativamente fáciles de realizar. Solo se tienen que
poner de acuerdo sobre que sonidos o gestos (las emociones básicas o primarias
ya tiene una representación innata de gestos) los pueden representar, siendo
admitidas y conocidas por todos los miembros del grupo.
Desde los primeros
pasos de la socialización humana en el Homo habilis la conducta
observada en sus yacimientos nos indica que tales simbolizaciones lingüísticas
debieron de producirse. Sin embargo, hay otra serie de conceptos mucho más
difíciles de crear y simbolizar, los cuales son fundamentales para la conducta
humana considerada como de tipo moderno. Me refiero a los conceptos sobre la individualidad
social y personal, el tiempo, el espacio, la negación,
el engaño
y la mentira
(todos ellos con un importante componente simbólico). De todos ellos en solo se
han podido rastrear conductas relacionadas con los tres primeros
(individualidad social y personal, el tiempo, el espacio). Pero estos conceptos
son fundamentales para el desarrollo de la autoconciencia y de su
ubicación en el tiempo y en el espacio (desplazamiento cognitivo), lo que no se
consiguió con unas características que se pueden considerar como modernas hasta
la transición al Paleolítico superior (Rivera, 1998; 2003-2004).
Estas abstracciones
necesitaban unas capacidades cognitivas cada vez mayores, que la evolución
proporcionó al desarrollar cerebros con unas áreas de asociación (secundarias y
terciarias) más grandes y con una funcionalidad mejorada (menos densas con
mayor poder de sinapsis). El desarrollo de las funciones ejecutivas (lóbulo
prefrontal) y del precúneo (lóbulo
parietal), bien contrastado en el Homo sapiens, parece que fue un gran y
necesario avance evolutivo. Los factores generales que intervienen en la evolución
cognitiva (aumento de la áreas de asociación y mejor capacidad sináptica;
existencia de un protomapa; gran y duradera inmadurez neurológica y existencia
de un proceso de simbolización de abstracciones o lenguaje) han interaccionado
entre todos el mismo desde el mismo inicio de nuestro linaje. El lenguaje,
verdadero motor de todo el proceso, en un proceso netamente social, pues solo
se produce dentro de las sociedades con la suficiente capacidad neurológica
como para interactuar en procesos comunes. Existen claros antecedentes den los
grandes primates, y desde luego en la conducta de los primeros homínidos (Homo
habilis y ergaster y/o erectus) ya se manifiesta con elemental y desigual
desarrollo de los conceptos básicos del tiempo el espacio y la individualidad. Estas
abstracciones se desarrollarían de forma paralela a la paulatina creación de
diversas palabras representantes de objetos y acciones, que enriquecen la
cultura del grupo y facilitan su convivencia y supervivencia.
* El concepto de individualidad
(social o personal) se produce con la adquisición de la idea de diferencia
social o individual entre diversos grupos o elementos de los mismos (Elías,
1990). La autoconciencia es
una capacidad cognitiva emergente (desarrollo cognitivo), lograda gracias
a las capacidades cognitivas del cerebro y desarrollada por la estimulación
(dentro del periodo crítico o primeros años de su vida) de un entorno social,
cultural y lingüístico adecuado.
* El espacio se
objetiva con la referencia a objetos fácilmente observables, inmóviles y
permanentes, características constantes en el territorio donde se realiza o
puede realizarse la acción (Elías, 1992; Hernando, 1999).
* El tiempo se
realiza con la referencia de sucesos móviles de carácter no humano, pero
con un tipo de movimiento recurrente, como son el día/noche, estaciones,
fases lunares, etc. (Elías, 1992; Hernando, 1999).
La realidad de la
propia conducta humana indica que casi siempre se producen con una gran
interrelación entre estos dos elementos básicos de ordenación de la acción.
Así, con su unión, ofrecen al lenguaje una capacidad interpretativa de gran
poder explicativo. Sería el caso del cambio de los lugares en función del
tiempo (estaciones), la medición del espacio por el tiempo en que se recorre y
el concepto histórico de un lugar en un tiempo preciso. La interacción social
aumenta con el desarrollo tecnológico, demográfico y cultural de las
sociedades, por medio de u aumento del lenguaje usado. Los mecanismos de feed
back positivos estarían continuamente produciéndose. Es decir, la
compresión de que las capacidades cognitivas superiores tienen más de
potencialidad que de realidad manifiesta en el nacimiento, su desarrollo de
estas capacidades cognitivas (racionales y emocionales) por medio del lenguaje,
el acervo cultural, la tecnología, motivación, sociabilidad, desarrollo e
interacción demográfica, y las características medioambientales, interactuando
continuamente, son las que vas a ofrecer ese aspecto de heterogeneidad espacial
y temporal en el desarrollo conductual que vemos en el registro arqueológico.
Conclusiones
La evolución
cognitiva y cultural humana está muy relacionada con la evolución biológica,
pero con formas y características que las separan en el tiempo y en el espacio.
No cabe duda de que ambas están íntimamente relacionadas, pero no podemos
seguir insistiendo en que nuestra cognición y cultura es una simple
manifestación de las capacidades cognitivas de origen innato y evolutivo.
El carácter emergente de muchas de las capacidades cognitivas que
más nos diferencian del resto de los entes biológicos (p. e. autoconciencia y
lenguaje) es la clave de nuestras propias características como seres humanos.
Esta emergencia nace de la interacción de las capacidades adquiridas
evolutivamente y de la acción del medio ambiente creado y mantenido por
nosotros mismos. En este contexto, el lenguaje adquiere un gran
protagonismo, pues éste, junto con el desarrollo social, cultural y económico,
va a ser el responsable de la emergencia de nuestra autoconciencia, del
desplazamiento cognitivo y del desarrollo de un mundo simbólico (el lenguaje es
la primera conducta simbólica creada por los seres humanos) que, para lo bueno
y lo malo, nos ha conducido hasta lo que en la actualidad somos.
*
ARSUAGA, J. L. y MARTÍN-LOECHES, M.
(2013): El sello indeleble. Pasado, presente y futuro del ser humano.
Barcelona. Mondadori.
*
BELINCHÓN, M.; IGOA, J. M. y RIVIÉRE, A.
(1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
*
BICKERTON, D. (1994): Lenguaje y
especie. AU. 780. Alianza. Madrid.
*
BRUNER, J. (1988): Desarrollo
cognitivo y educación. Morata. Madrid.
*
CHANGEUX, J-P. (1985): El hombre neuronal. Espasa Calpe. Madrid.
* DAMASIO, A. R.
(1999): El error de Descartes. Crítica. Barcelona
* Freeman, Cooper,
82-115.
* ELÍAS, N. (1990):
La sociedad de los individuos. Ensayos. Península / Ideas. Barcelona.
* ELÍAS, N. (1992):
Time: An Essay. Basil Blackwell. London .
* FILLMORE ,
CH. (1968): The
Case for Case. En E. Bach y R. T. Harms (comps.). Universals in
Linguistic Theory. Holt, Rinehart and Ewinston. New York .
* FLÓREZ, J. et
al (1999): Genes, cultura y mente: una reflexión multidisciplinar sobre
la naturaleza humana en la década del cerebro. Servicio de publicaciones de
la Universidad
de Cantabria. Santander.
* GONZÁLEZ LABRA,
M. J. (1998): Introducción a la psicología del pensamiento. Ed. Trotta.
Valladolid.
* HERNANDO, A. (1999): Percepción de la realidad y
Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad
socio-económica en los grupos humanos. Trabajos de Prehistoria, 56
(2): 19-35.
* KANDEL, E. E.:
SCHWARTZ, J. H. y JESSELL, T. M. (1997): Neurociencia y conducta. New York . Prentice Hall.
* KLEIN, R. G. (2003): “Whither the Neanderthals?” Science 299, 1525–1527
* LEAHEY, T.
(1980): Historia de la
Psicología. Ed. Debate. 1982. Madrid.
* LURIA, A. R.
(1974): El cerebro en acción. Fontanella. Barcelona.
*
LURIA A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Pablo del Río. Madrid.
* MARINA, J. A.
(1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los
sentimientos. Anagrama. Barcelona.
* MERCIER, N.
(2001): Palabras y mentes. Paidós. Barcelona.
* MORA, F.
(2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano. Alianza Editorial.
Madrid .
* RAKIC, P. (1988): “Specification of cerebral
cortical areas”. Science, 241: 170-6.
* RAKIC, P. (1995): “Evolution
of neocortical parcellation: the perspective from experimental neuroembryology”.
En Origins of the human brain. Changeux, J. P. y Chavaillon J. (Eds.).
Clarendon Press. Oxford .
* RENFREW, C. (2008): “Neuroscience, evolution and the
sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”. Phil. Trans. R. Soc. B 363, pp. 2041-2047.
* RIVERA, A.
(1998): “Arqueología del lenguaje en el proceso evolutivo del Género Homo”. Espacio,
Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología 11: 13-43. UNED. Madrid.
* RIVERA, A.
(2003-2004): “La conducta simbólica humana: Nueva orientación metodológica”. Espacio,
Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología. UNED. 16-17,
pp.313-335.
* RIVERA, A. y
RIVERA, S. (2009): “Origen del lenguaje: Un enfoque multidisciplinar”. Ludus
Vitalis, vol. XVII, num. 31, pp. 103-141.
*
VYGOTSKY, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos
superiores. Crítica. 1979. Barcelona.